El Dragón Asiático está tranquilo, y eso es peligroso

La fuerza de China no está en lo que compra, sino en lo que y a quién vende
#NIKK225
Zona clave: 42,200 - 43,000
Compra: 43,300 (tras volver a probar 43.000); objetivo 44,800; StopLoss 42,800
Venta: 42,000 (sobre una sólida base negativa); objetivo 40,500; StopLoss 42,700
Trump prorrogó la frágil tregua comercial EE.UU.-China por otros 90 días. Pekín utiliza la pausa para perfeccionar un complejo arsenal de armas económicas destructivas. Mientras en Washington se estudia un acuerdo más amplio (más de 659.000 millones de dólares al año), Pekín golpea con confianza las cadenas de suministro y los sectores que dependen de ellas.
En los últimos meses, China ha conseguido varias victorias. Por ejemplo, en respuesta a los aranceles estadounidenses, interrumpió el suministro de minerales y de imanes de tierras raras de importancia crítica. La industria automotriz de EE.UU. (con un volumen de negocio de más de 1,5 billones de dólares) entró en pánico, y Donnie tuvo que buscar opciones de tregua. En julio, la UE se encontró en una situación similar, lo que se convirtió en tema de negociaciones antes de la cumbre UE-China.
Ya en 2020, Pekín comenzó a crear sus propias cadenas de suministro de componentes industriales para aumentar la dependencia de la logística de producción internacional respecto a China.
Durante el segundo mandato de Trump, Pekín puso en marcha un sistema de licencias de exportación para más de 700 productos y materiales críticos (armamento, energía, electrónica, biotecnología, productos farmacéuticos, etc.). Ahora, China puede detener cualquier exportación simplemente revocando licencias. Por ejemplo, ya no se conceden licencias para el suministro de equipos a India, donde Apple está creando cadenas de suministro alternativas.
También funciona el mecanismo de jurisdicción extraterritorial: Pekín tiene derecho a exigir que los productos fabricados en terceros países con componentes chinos no puedan venderse a determinados usuarios finales.
Al restringir el flujo de componentes industriales necesarios para la producción, Pekín reduce los precios en el mercado interno y da a sus exportadores una ventaja de precio frente a los competidores extranjeros en sectores críticos. Los aranceles elevados obligan a las empresas a subir precios, pero el control de exportaciones las obliga a invertir en esquemas alternativos.
Por supuesto, todo tiene un coste, como la pérdida de reputación comercial. Ahora, las empresas temen quedar repentinamente desconectadas de los proveedores chinos, por ejemplo, en caso de un conflicto en torno a Taiwán.
China ha demostrado que cuantas más sanciones, menor es su efecto. Por el momento, Pekín ha convencido a sus socios de la fiabilidad de sus cadenas de suministro y, al mismo tiempo, mediante diplomáticos, ejerce presión sobre posibles contrapartes en contra de EE.UU.
El flujo de exportaciones puede regularse dinámicamente con una política sensata. Pero Trump ya no tendrá tiempo de entender este complejo y multifactorial esquema.
Así que actuamos con sensatez y evitamos riesgos innecesarios.
¡Buenos beneficios para todos!